Arturo era un niño con mucha energía. Siempre estaba saltando, corriendo y jugando. Sin embargo, no sabía cómo controlar su enojo. Cuando se enfadaba, solía insultar y eso hacía que los otros niños no quisieran jugar con él.

Un día, en la escuela, Arturo se enojó con su mejor amigo, Luis, y comenzó a insultarlo. Luis se sintió triste y se alejó de Arturo.

Al ver a Luis alejarse, Arturo se sintió mal. No quería perder a su amigo por su comportamiento. Decidió que tenía que aprender a controlar su enojo.

Arturo buscó la ayuda de su maestra, la señorita Ana. Ella le enseñó diferentes técnicas para manejar su enojo, como respirar profundamente y contar hasta diez.

Arturo comenzó a practicar lo que la señorita Ana le había enseñado. Al principio, le resultó difícil, pero poco a poco fue mejorando.

Un día, Arturo se encontró en una situación que normalmente lo enfadaría. Pero esta vez, en lugar de insultar, respiró profundamente y contó hasta diez.

Los niños de la escuela notaron el cambio en Arturo. Ya no insultaba cuando se enfadaba, y comenzaron a querer jugar con él nuevamente.

Luis, al ver el cambio en Arturo, se acercó a él y le dijo que estaba orgulloso de él. Arturo se sintió muy feliz.

A partir de ese día, Arturo ya no tuvo problemas para hacer amigos. Aprendió a manejar su enojo y su energía de manera positiva.

Arturo se convirtió en un ejemplo para los demás niños de la escuela. Todos querían ser como Arturo, un niño lleno de energía, pero que sabía cómo manejar sus emociones.

Ahora, Arturo no solo es conocido por su energía y creatividad, sino también por su habilidad para manejar su enojo. Y eso, para él, es un gran logro.