
El Dragón de Colores
By gloriana sanchez

27 Apr, 2024

Había una vez en un valle muy lejano, un pequeño dragón llamado Fuego que vivía en una brillante cueva en lo alto de una montaña. Fuego era un dragón muy especial porque su aliento no lanzaba fuego, ¡sino colores! Podía soplar arcoíris y pintar el cielo de tonos brillantes y alegres.

Sin embargo, Fuego tenía un problema. A veces, cuando algo no salía como él quería, se ponía muy, muy enojado. Su rostro se volvía rojo como una manzana madura y su corazón latía con fuerza, como si quisiera salir disparado de su pecho.

Un día, Fuego quiso hacer un nuevo dibujo en el cielo. Quería que fuera perfecto, pero las nubes no se movían como él deseaba. Se frustró tanto que empezó a sentir ese calor en su interior que indicaba que el enojo se estaba apoderando de él.

—¡No es justo! —gritó Fuego, lanzando pequeñas llamas de enojo por su nariz. Justo en ese momento, una mariposa de colores pasó volando cerca de él. La mariposa se detuvo y le preguntó amablemente: —¿Qué te pasa, pequeño dragón?

Fuego suspiró y le contó a la mariposa sobre su enojo y lo frustrado que se sentía. La mariposa sonrió y le dijo: —A veces, las cosas no salen como esperamos, pero ¿sabes qué? Podemos elegir cómo reaccionar.

En lugar de dejar que el enojo te controle, puedes respirar profundo y pensar en soluciones. Fuego asintió y decidió probar lo que la mariposa le sugería. Cerró los ojos, respiró profundamente y pensó en una forma diferente de hacer su dibujo en el cielo.

Cuando abrió los ojos, vio que las nubes habían formado una figura diferente, ¡pero era aún más hermosa de lo que había imaginado! Sonrió con alegría y sopló su aliento de colores, pintando el cielo con una obra maestra.

Desde ese día, cada vez que Fuego sentía que el enojo quería apoderarse de él, recordaba la lección de la mariposa. Aprendió a respirar profundo, a pensar en soluciones y a encontrar la belleza incluso en las cosas que no salían como esperaba.

El pequeño dragón Fuego descubrió que no necesitaba dejar que el enojo lo controlara. Podía manejarlo y seguir siendo el dragón de colores más feliz del valle. Ahora, cuando las cosas no salían como él quería, en lugar de enojarse, buscaba una nueva forma de verlas.

La mariposa seguía visitándolo de vez en cuando, siempre feliz de ver cómo Fuego había aprendido a manejar su enojo. Fuego siempre agradecía a la mariposa por enseñarle esa valiosa lección.

Fuego y la mariposa se convirtieron en grandes amigos y juntos, llenaron el valle de colores y alegría. Fuego aprendió que cada problema tiene una solución y que no debía dejar que el enojo se apoderara de él.

Y así, con la ayuda de una amiga, el pequeño dragón Fuego aprendió a manejar su enojo y a ver la belleza en las cosas, incluso cuando no salían como él esperaba. El valle se volvió aún más colorido y Fuego se convirtió en el dragón más alegre y amado del valle.