
En busca de los sueños
By Mabji

11 Sep, 2023

Había una vez, en un pueblo al norte de Colombia rodeado de verdes colinas y ríos cristalinos pero ya con sus aguas escasa por la represa construida por el hombre, un grupo de cinco amigos inseparables. Sus nombres eran Joshua, Moises, Marian, Paulina y Arturo. Todos tenían sueños y metas en la vida, pero necesitaban ayuda para entender cómo alcanzarlos de la forma correcta.

Un día, mientras jugaban a las orilla del del río, una anciana pasó por su lado. La anciana, que parecía tener una sabiduría infinita en sus ojos, escuchó sus conversaciones sobre sus sueños sintió curiosidad y disimuladamente los siguió a paso lento oyendo muy atenta lo que cada uno manifestaba en ocasiones Interrumpiendo al compañero

"Niños, escuché tus sueños", dijo la anciana. "Tengo algunos mapas y concejos que puede ayudarles a alcanzarlos, pero deben prometer siempre respetar los valores éticos, morales y cristianos."

Los niños asintieron con gran entusiasmo. Cuidadosamente, la anciana les entregó un viejo y desgastado mapa. "Este mapa los llevará a sus sueños, pero recuerden, ustedes deben hacer el viaje con honor y constancia."

Al día siguiente, los niños se lanzaron alegremente en su aventura. Los primeros días fueron fáciles y se llenaron de risas y diversión. Pronto, comenzaron a encontrar pruebas y desafíos en su camino encontrándose con personas y situaciones que trataban de distraerlos o hacerlos cambiar de planes

En su emocionante viaje, se encontraron con un gran árbol de manzana y en una de sus ramas algunas manzanas doradas, brillantes como el oro y con hermosas hojas verdes como la esmeralda colgada de sus ramas, Pedro quiso tomarla, pero Juan le recordó que robar estaba mal. Así que decidieron dejar la manzana en su lugar y continuaron con su viaje.

Más adelante, encontraron una hermosa flor que brillaba en la oscuridad. Lupe se sintió tentada a arrancarla, pero Ana le recordó que debían respetar todas las formas de vida. Así, dejaron la flor intacta y siguieron adelante.

En un cierto punto, Carlos se cansó y quiso descansar. Los demás, aunque también estaban cansados, querían seguir adelante. Pero recordaron que debían cuidar el uno del otro y decidieron descansar también.

Durante su viaje, los niños aprendieron a valorar la honestidad, la bondad, el respeto y el cuidado mutuo. También descubrieron que toda acción tiene consecuencias, y que ignorar los buenos valores puede arruinar su camino.

Aunque el viaje era duro, los niños no perdieron la esperanza ni la fe. Oraban juntos todas las noches, agradeciendo a Dios por su jornada y pidiéndole guía y protección.

Finalmente, después de muchos días y noches, los niños llegaron a un lugar mágico. Era un hermoso valle lleno de luces y colores, y en el centro se encontraba un gran árbol que desprendía un brillo dorado.

En el árbol, encontraron cinco frutos dorados. Cada uno tenía el nombre de uno de ellos, y sabían que estos frutos eran los sueños que habían estado buscando.

Tomaron los frutos con alegría, agradeciendo a Dios por guiarlos en su viaje y ayudarlos a alcanzar sus sueños. Prometieron que seguirían viviendo de acuerdo a los buenos valores que habían aprendido.

Con los sueños en sus manos, los niños volvieron a su pueblo. La anciana les dio la bienvenida con una sonrisa. "Has aprendido bien", le dijo a los niños. "Nunca olviden lo que han aprendido en su viaje."

Los niños prometieron mantener siempre los valores que habían aprendido. A partir de ese día, trabajaron duro para alcanzar sus sueños, sin olvidar nunca la importancia de la honestidad, el respeto, la bondad y el amor.

La historia de estos niños se convirtió en una leyenda en su pueblo. Se convirtieron en un ejemplo para todos, demostrando que con esfuerzo, buenos valores y fe en Dios, se pueden alcanzar todos los sueños y metas de la vida.

Años más tarde, los niños, ahora adultos, se convirtieron en líderes en su comunidad. Pedro se convirtió en un médico, Lupe en una maestra, Juan en un carpintero, Ana en una artista y Carlos en un agricultor.

Todos ellos, a su manera, contribuyeron a su comunidad y mantuvieron viva la leyenda de su viaje. Sus historias inspiraron a nuevos generaciones de niños a seguir sus sueños y mantener vivos los ordenamientos éticos, Morales y cristianos.

Nunca olvidaron la lección que aprendieron en su viaje, y pasaron los valores y enseñanzas a sus hijos y a los hijos de sus hijos. El mapa, aunque desgastado y viejo, seguía siendo un símbolo de guía y esperanza para todos ellos.

Y así, la historia de estos cinco niños se convirtió en una fuente de inspiración para todos, demostrando que los sueños pueden hacerse realidad si uno está dispuesto a luchar por ellos y mantenerse fiel a los buenos valores.

En cada generación, se contaba la historia de los cinco niños y su emocionante viaje. Los niños escuchaban con los ojos muy abiertos, imaginando su propio viaje y soñando con los grandes sueños que esperaban alcanzar.

En el corazón de todos, la leyenda de los niños y su maravilloso viaje sigue viva. Ellos saben que, con la guía correcta y la fe en los buenos valores, cualquier sueño puede convertirse en realidad.

Y así, la historia de Pedro, Lupe, Juan, Ana y Carlos se convirtió en una lección eterna. Una lección que muestra que los sueños no son simplemente metas por alcanzar, sino el camino que elegimos para llegar a ellos.

La historia nos recuerda que cada paso que damos en la vida debe estar guiado por buenos valores. Que la honestidad, el respeto, la bondad y el amor no son solo palabras, sino acciones que reflejan nuestra fe y determinan nuestro destino.

Por último, pero no menos importante, la historia nos enseña que, sin importar cuán grande sea nuestro sueño, no estamos solos en nuestro viaje. Siempre tendremos a Dios, nuestra guía y protector, y a nuestros amigos y seres queridos, nuestro apoyo y motivación.