The Frog Princess

    By Storybird

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    05 Sep, 2023

    Había una vez una ranita muy linda que vivía en un pacífico lago de lilas. Con su brilloso color verde esmeralda y sus enormes ojos color miel, destacaba en todo el lago.

    La pequeña ranita siempre soñó con un mundo lleno de paz, y trabajó incansablemente para lograrlo. Ella siempre estaba dispuesta a ayudar a todos los animales del lago y a propagar la armonía.

    Esta amabilidad y generosidad le otorgaron muchos amigos en todo el lago. Desde los zumbantes insectos hasta las gigantescas tortugas, todos la admiraban y respetaban.

    Pero no todos amaban a la ranita. Había una criatura llamada Carquivana que siempre intentaba fastidiarla. A diferencia de la ranita, Carquivana era engañosa y malvada.

    Carquivana siempre estaba tramando algo para hacerle la vida imposible a la Ranita. Desde asustar a sus amigos hasta crear discordia entre ellos, Carquivana no dejaba piedra sin mover.

    Aun así, Ranita nunca dejó que las maldades de Carquivana la desanimaran. Ella continuó con su misión de traer paz al lago, sin importar las circunstancias.

    Un día, Carquivana decidió hacer algo horrible. Transformó su forma a la de una serpiente venenosa y preparó un plan para envenenar a la Ranita.

    Como serpiente venenosa, Carquivana engañó a la Ranita ofreciéndole una manzana roja y brillante. Pero la manzana estaba envenenada con su letal toxina.

    Sin sospechar nada, la ranita aceptó la manzana. Pero antes de que pudiera morderla, un pájaro se abalanzó y arrebató la manzana de sus manos.

    El pájaro era un amigo de la ranita. Había visto a Carquivana envenenar la manzana y vino a salvar a la ranita en el último momento.

    Escuchando al pájaro, la ranita se asombró al conocer las verdaderas intenciones de Carquivana. Aunque estaba triste, se sintió aliviada de que el peligro hubiera pasado.

    A partir de ese día, la ranita comenzó a ser más cautelosa con Carquivana. Siempre se aseguraba de llevar un compañero a su lado para mantenerse segura.

    Aunque estaba constantemente preocupada por Carquivana, la ranita no dejó que eso la detuviera. Continuó su misión de traer paz, ayudando a aquellos que lo necesitaban.

    Pasaron los días, y la ranita se hizo cada vez más popular entre los animales del lago. Su bondad y generosidad la hicieron querida por todos.

    La ranita también comenzó a enseñar a los demás animales cómo pueden contribuir a la paz. Les explicó la importancia de la tolerancia, la amabilidad y el respeto mutuo.

    A medida que pasaba el tiempo, la paz comenzó a florecer en el lago. Los animales vivían en armonía y trabajaban juntos para mantener la paz y la estabilidad.

    Incluso Carquivana comenzó a cambiar un poco. Observaba a la ranita y a los demás animales, y empezaba a sentir algo que no había sentido antes: remordimiento.

    Un día, Carquivana se acercó a la ranita. Se disculpó sinceramente por sus acciones pasadas y prometió cambiar su comportamiento.

    Aunque fue una sorpresa, la ranita aceptó las disculpas de Carquivana. Le recordó la importancia del perdón y la aceptó de nuevo en la comunidad.

    Desde entonces, Carquivana cambió para mejor. Aprendió a ser más cuidadosa con sus acciones y se esforzó por ser una mejor criatura.

    La ranita y Carquivana se volvieron amigas. Juntas, trabajaron para mantener la paz en el lago y enseñaron a los demás sobre la importancia del cambio.

    A partir de ese día, la ranita y Carquivana trabajaron juntas para mantener la paz en el lago. Entre risas y juegos, también demostraron que el cambio es posible.

    Con el tiempo, la historia de la ranita y Carquivana se contó una y otra vez entre los animales. Se convirtió en un recordatorio de que la paz es posible con esfuerzo y comprensión.

    La ranita pródiga siguió siendo recordada como un símbolo de paz y bondad. Su historia inspiró a todos los que la escucharon, y el lago se mantuvo en armonía.

    Y así, la pequeña ranita que soñó con la paz logró hacer de su hogar un lugar pacífico lleno de comprensión y respeto mutuo. Y su historia se seguirá contando de generación en generación.