
La ranita saltarina
By Jelena Bacilio

17 Sep, 2024

En el centro del estanque, en un nenúfar, vivía una pequeña ranita saltarina. Saltaba de hoja en hoja, jugando y riendo, disfrutando del sol y la brisa.

La ranita era famosa en el bosque por su alegría y sus saltos. Siempre estaba dispuesta a ayudar a sus amigos y nunca dejaba que nada la desanimara.

Un día, la ranita saltarina decidió visitar a su amigo el búho. Saltó por el bosque hasta llegar al claro donde el búho vivía.

El búho, siempre serio, le preguntó a la ranita por qué saltaba tanto. La ranita simplemente sonrió y dijo que saltar la hacía feliz.

Después de su visita al búho, la ranita saltarina decidió visitar a su amiga el pájaro. Saltó hasta el viejo roble donde el pájaro tenía su nido.

El pájaro, siempre cantando, también le preguntó a la ranita por qué saltaba tanto. La ranita rió y dijo que saltar la hacía sentir libre.

Finalmente, la ranita saltarina decidió visitar a su amigo el pez. Saltó por el bosque hasta llegar al río donde el pez vivía.

El pez, siempre nadando, le preguntó a la ranita por qué saltaba tanto. La ranita sonrió y dijo que saltar la ayudaba a ver el mundo desde diferentes perspectivas.

Después de su día de visitas, la ranita saltarina volvió a su casa en el estanque. Saltó de piedra en piedra, riendo y cantando todo el camino.

La ranita saltarina aprendió que cada uno tiene su propia forma de ser feliz. Para ella, era saltar. Para el búho, era observar. Para el pájaro, era cantar. Y para el pez, era nadar.

Mientras la ranita saltarina se acurrucaba en su nenúfar, pensaba en su día. Había aprendido mucho de sus amigos y estaba agradecida por sus lecciones.

La ranita saltarina decidió que seguiría saltando, no importa lo que los demás pensaran. Porque saltar la hacía feliz, la hacía sentir libre y le permitía ver el mundo desde diferentes perspectivas.