
El Árbol de las Habilidades
By Noelia Valeria Grageda Chacon

27 Jun, 2024

En este tranquilo pueblo, vivía un anciano sabio, conocido por su profundo conocimiento de las habilidades humanas. Este anciano decidió plantar un árbol muy especial en el centro de la plaza del pueblo.

Este árbol no era como los demás. No crecía frutas ni flores, sino que cada una de sus ramas representaba una habilidad o capacidad humana. Las ramas más altas representaban las habilidades intelectuales y las más bajas, las habilidades prácticas.

Cada niño que nacía en el pueblo recibía un pequeño brote de este árbol al cumplir cinco años. Los niños cuidaban de sus brotes con mucho cariño y dedicación.

Algunos brotes crecían rápidamente y se convertían en ramas fuertes y robustas, mostrando un talento natural del niño. Otros brotes crecían más lentamente, pero con el tiempo, desarrollaban ramas hermosas y útiles.

El anciano sabio observaba con satisfacción cómo los niños cuidaban de sus brotes. Veía cómo aprendían a valorar sus talentos y habilidades, sin importar cuán rápidamente o lentamente crecieran.

A medida que los niños crecían, también lo hacían sus brotes. Algunos se convirtieron en impresionantes ramas de matemáticas o ciencias, otros en ramas de carpintería o cocina. Cada rama era única y reflejaba la personalidad y talento del niño.

Aunque los niños ahora eran adultos, seguían cuidando de sus ramas. El árbol, con sus ramas altas y bajas, se había convertido en un símbolo del pueblo.

El anciano sabio, ya muy viejo, observaba con orgullo cómo su árbol especial había ayudado a los niños a entender y valorar sus habilidades. Su corazón se llenaba de alegría al ver cómo cada rama florecía con el cuidado de su dueño.

El anciano sabio sabía que su tiempo en este mundo estaba llegando a su fin. Pero no estaba triste. Sabía que había dejado un legado importante en el pueblo.

Incluso después de su muerte, el árbol continuó floreciendo. Los adultos, que una vez fueron niños cuidando de sus brotes, ahora enseñaban a sus propios hijos a cuidar de sus brotes.

El árbol de las habilidades se convirtió en la joya del pueblo, un recordatorio de que todas las habilidades son valiosas y únicas, sin importar cuán altas o bajas sean las ramas.

Y así, el legado del anciano sabio vivió en el corazón del pueblo, en cada rama del árbol de habilidades, y en cada niño que cuidaba amorosamente de su brote.