La leyenda de la Mama Negra

    By MIKE ORLANDO AGUILAR OROZCO

    La leyenda de la Mama Negra cover image

    13 Mar, 2025

    El pueblo de Latacunga se prepara para celebrar la tradicional fiesta de la Mama Negra. Toda la comunidad está reunida en la plaza, donde los vendedores ofrecen dulces típicos y artesanías.

    La atmósfera es de alegría y expectativa, mientras los niños corren emocionados entre los adultos que conversan animadamente.

    En medio de la multitud, una figura destaca: la Mama Negra, vestida con un traje colorido y una máscara que refleja la mezcla de culturas que caracteriza esta celebración.

    Mama Negra avanza con gracia, su capa ondeando al ritmo de los tambores. Su presencia es imponente, y aunque su rostro está cubierto, sus ojos brillan con una mezcla de alegría y responsabilidad.

    A su lado, el Capitán, vestido con un uniforme militar, levanta su espada para dirigir a los asistentes.

    "¡Que viva la Mama Negra!" exclama, y la multitud responde al unísono, llenando el aire con vítores.

    La Gitana, una mujer de mirada sabia, distribuye hojas de coca y aguardiente entre los presentes. "Para que nunca falte la abundancia," dice, y todos toman parte en el ritual con reverencia.

    La Mama Negra observa con satisfacción, consciente del papel que juega en mantener vivas las costumbres ancestrales.

    El Chamán, un anciano con ojos penetrantes, se adelanta para calmar a la multitud.

    "No temáis, esta es una señal de que los espíritus están con nosotros," asegura, mientras comienza a entonar una oración.

    La lluvia cae con fuerza, pero nadie se retira; en lugar de eso, comienzan a bailar bajo las gotas, abrazando la naturaleza impredecible de su entorno.

    La Mama Negra sonríe bajo su máscara, agradecida por la bendición recibida. Los músicos retoman sus instrumentos, llenando el aire con melodías vibrantes.

    "La fiesta sigue," declara con voz firme, y la celebración se reanuda con más entusiasmo que antes. La comunidad, unida por la tradición y la fe, reafirma su identidad en cada paso y en cada nota.

    El Capitán acompaña a la Mama Negra mientras ella se despide de los asistentes.

    "Hasta el próximo año, cuando volveremos a celebrar juntos," promete, y la multitud responde con aplausos y gritos de gratitud.

    Lentamente, la plaza se vacía, pero la esencia de la festividad sigue viva en cada rincón de Latacunga, recordando a todos la importancia de sus raíces y tradiciones.

    La leyenda de la Mama Negra

    El pueblo de Latacunga se prepara para celebrar la tradicional fiesta de la Mama Negra. Toda la comunidad está reunida en la plaza, donde los vendedores ofrecen dulces típicos y artesanías. La atmósfera es de alegría y expectativa, mientras los niños corren emocionados entre los adultos que conversan animadamente. En medio de la multitud, una figura destaca: la Mama Negra, vestida con un traje colorido y una máscara que refleja la mezcla de culturas que caracteriza esta celebración.
    Mama Negra avanza con gracia, su capa ondeando al ritmo de los tambores. Su presencia es imponente, y aunque su rostro está cubierto, sus ojos brillan con una mezcla de alegría y responsabilidad. A su lado, el Capitán, vestido con un uniforme militar, levanta su espada para dirigir a los asistentes. "¡Que viva la Mama Negra!" exclama, y la multitud responde al unísono, llenando el aire con vítores.
    La Gitana, una mujer de mirada sabia, distribuye hojas de coca y aguardiente entre los presentes. "Para que nunca falte la abundancia," dice, y todos toman parte en el ritual con reverencia. La Mama Negra observa con satisfacción, consciente del papel que juega en mantener vivas las costumbres ancestrales.
    El Chamán, un anciano con ojos penetrantes, se adelanta para calmar a la multitud. "No temáis, esta es una señal de que los espíritus están con nosotros," asegura, mientras comienza a entonar una oración. La lluvia cae con fuerza, pero nadie se retira; en lugar de eso, comienzan a bailar bajo las gotas, abrazando la naturaleza impredecible de su entorno.
    La Mama Negra sonríe bajo su máscara, agradecida por la bendición recibida. Los músicos retoman sus instrumentos, llenando el aire con melodías vibrantes. "La fiesta sigue," declara con voz firme, y la celebración se reanuda con más entusiasmo que antes. La comunidad, unida por la tradición y la fe, reafirma su identidad en cada paso y en cada nota.
    El Capitán acompaña a la Mama Negra mientras ella se despide de los asistentes. "Hasta el próximo año, cuando volveremos a celebrar juntos," promete, y la multitud responde con aplausos y gritos de gratitud. Lentamente, la plaza se vacía, pero la esencia de la festividad sigue viva en cada rincón de Latacunga, recordando a todos la importancia de sus raíces y tradiciones.