Había una vez una niña llamada Rosa, que vivía en el cielo. Tenía un espíritu alegre y siempre se le veía sonriendo y riendo. Rosa amaba observar el mundo desde el cielo, maravillándose de todo lo que veía.

Un día, Rosa vio a un niño solitario en la tierra. Él parecía triste y solo. Rosa decidió que quería ayudarlo a ser feliz.

Rosa comenzó a enviarle flores y mariposas desde el cielo. Ella esperaba que estas pequeñas sorpresas pudieran alegrar al niño y hacerlo sonreír.

El niño empezó a notar las flores y mariposas que caían del cielo y comenzó a sonreír. Rosa se llenó de alegría al verlo feliz.

Cada día, Rosa continuaba enviando regalos al niño. Con cada regalo, la sonrisa del niño se hacía más grande y su risa se hacía más fuerte.

Rosa y el niño formaron un lazo especial, aunque nunca se encontraron en persona. Rosa se sentía feliz de haber podido traer alegría a la vida del niño.

Pero un día, Rosa notó que el niño no estaba en su lugar habitual. Ella se preocupó y comenzó a buscarlo desde el cielo.

Después de algún tiempo, Rosa vio al niño en una colina, mirando al cielo con una sonrisa en su rostro. Rosa se sintió aliviada y feliz.

A partir de ese día, Rosa y el niño compartieron un secreto. Cada vez que el niño sentía tristeza, miraba al cielo y encontraba consuelo en los regalos de Rosa.

Rosa se convirtió en la risueña del cielo, siempre sonriendo y repartiendo alegría. Su risa resonaba en el cielo, llenando el mundo de felicidad.

Y así, Rosa continuó alegrando la vida del niño y de todos los que podían ver sus regalos desde el cielo. La risueña del cielo se convirtió en una leyenda, una historia de alegría y bondad.