
La Maldición de la She Werewolf
By juankisgomez2010

18 Feb, 2024

Gwen estaba en casa, sola, se sentía aburrida. Miró el Omnitrix que Ben había dejado sobre la mesa. Se lo puso por curiosidad, pero nada sucedió. Pensó que era un juguete inútil y lo dejó en su muñeca.

Pasaron los días y Gwen no podía quitarse el Omnitrix. Lo intentó de todas las formas posibles, pero estaba como pegado a su piel. Comenzó a preocuparse, pero no le dijo nada a nadie.

Una noche, mientras estaba asomada por la ventana, la luna cambió de color. Se volvió de un amarillo brillante. Gwen sintió un dolor punzante en su abdomen y cayó al suelo.

Cuando Gwen se reincorporó, vio por el espejo que sus ojos se habían vuelto de color amarillo brillante. Miró sus manos y vio que sus venas palpitaban de color. Sus manos se estaban convirtiendo en garras.

Sus dientes se transformaron en colmillos, le crecieron orejas y una cola de lobo. Su cuerpo comenzó a crecer, llenándose de pelo. Su ropa se rasgó y quedó desnuda. Gwen ya no era Gwen, era una bestia.

Gwen, ahora convertida en la She Werewolf, salió a la ciudad. La gente huía despavorida. Gwen no tenía control de su cuerpo ni de su mente. Ella era una bestia asesina.

Cuando la noche acabó, Gwen se despertó en medio de un callejón. Estaba completamente desnuda y se sentía como un monstruo. Se escondió en las alcantarillas, temiendo la luz de la luna.

Pasaron las noches, y Gwen se transformaba en la She Werewolf, asesinando gente por montones. No podía escapar de su maldición. Vivía con miedo y desesperación.

Cuando Ben volvió a casa, se enteró de lo que le había ocurrido a Gwen. Decidió ir a buscarla para ayudarla. La encontró en un callejón oscuro, al atardecer.

Ben se acercó a Gwen y le dijo que la ayudaría a superar su maldición. Gwen le respondió aterrada que no debía haber venido al atardecer, la luna estaba saliendo. Y mientras decía eso, su voz cambió a una grave.

Gwen se quedó paralizada mirando la luna. Sus ojos cambiaron a un color amarillo brillante. Ben intentó sujetarla, pero ya era demasiado tarde. Gwen comenzó a transformarse en la She Werewolf.

Ben presenció cómo Gwen crecía exponencialmente y su piel se llenaba de pelos. Su cuerpo se contorsionaba mientras cambiaba. Gwen, sin poder controlarse, mordió a Ben erráticamente.

Ben intentó defenderse, pero ya era muy tarde. Gwen, transformada en la She Werewolf, había transferido su maldición a la persona que más amaba. Gwen y Ben sucumbieron ante su bestia interior.

La She Werewolf tomó el control de sus cuerpos. Se quedaron en esa forma por el resto de sus días, aterrorizando a la ciudad, y viviendo en constante miedo y desesperación. Su vida había cambiado para siempre.

Cada noche, bajo la luna amarilla brillante, se podían escuchar los aullidos de la She Werewolf. Los habitantes de la ciudad vivían con miedo, pero nadie podía hacer nada para detener la maldición.

Gwen y Ben, atrapados en sus formas de lobo, ya no eran los mismos. Su vida se había convertido en una pesadilla sin fin, una que no podían despertar. La maldición de la She Werewolf había cambiado su destino para siempre.

A pesar de todo, Gwen y Ben nunca se rindieron. Lucharon cada noche contra su bestia interior, esperando que algún día, pudieran liberarse de su maldición y volver a ser ellos mismos. Pero hasta entonces, la She Werewolf seguiría aullando bajo la luna amarilla.

En la ciudad, los habitantes aprendieron a vivir con miedo, pero también con esperanza. Sabían que Gwen y Ben estaban luchando contra su maldición. Y aunque la She Werewolf aterrorizaba la ciudad, también se convirtió en un símbolo de resistencia y de lucha.

Cada noche, cuando la luna brillaba en el cielo, la gente de la ciudad miraba hacia arriba y susurraba una plegaria. Una plegaria para Gwen y Ben, una plegaria para la She Werewolf. Una plegaria de esperanza y de liberación.

Y aunque la maldición de la She Werewolf seguía presente, la ciudad también se llenó de amor y solidaridad. Los habitantes se unieron, apoyándose unos a otros, enfrentando juntos el miedo. La She Werewolf, a su manera, había unido a la ciudad.

Gwen y Ben, aunque atrapados en sus cuerpos de lobo, sentían el amor y el apoyo de la ciudad. Sabían que no estaban solos en su lucha. Y esa esperanza les daba fuerzas para seguir luchando, para seguir resistiendo.

Y así pasaron los días, las semanas, los meses. La maldición de la She Werewolf seguía presente, pero también la esperanza. Gwen y Ben, la She Werewolf, y la ciudad, todos juntos, enfrentando el miedo y la desesperación.

La maldición de la She Werewolf se convirtió en una leyenda, una historia que se contaba en las noches de luna llena. Una historia de miedo, pero también de amor y esperanza. Una historia que recordaba a todos la importancia de la resistencia y la lucha.

Gwen y Ben, aunque atrapados en sus cuerpos de lobo, se convirtieron en héroes. Eran la prueba de que incluso en las circunstancias más difíciles, uno puede luchar y resistir. Eran la prueba de que incluso cuando se es una bestia, uno puede tener un corazón humano.

Y aunque la maldición de la She Werewolf seguía presente, la ciudad aprendió a vivir con ella. Aprendió a ver más allá del miedo y la desesperación, y a encontrar la esperanza y el amor. Aprendió a ver a la She Werewolf no solo como una bestia, sino también como un símbolo de resistencia y lucha.

Y así, la ciudad vivió bajo la maldición de la She Werewolf. Pero no era solo una maldición. Era también una bendición, una lección de vida. Era una prueba de que incluso en la oscuridad, siempre hay una luz de esperanza.

Gwen y Ben, la She Werewolf, y la ciudad, todos juntos, enfrentando la maldición. Y aunque la lucha era dura, nunca se rindieron. Porque sabían que juntos, podían enfrentar cualquier desafío.

Y así, a pesar de la maldición de la She Werewolf, la ciudad aprendió a vivir. Aprendió a resistir y a luchar. Aprendió a amar y a esperar. Aprendió a ver la belleza incluso en la oscuridad. Y aprendió a ver a la She Werewolf no solo como una bestia, sino también como una heroína.

Y aunque la maldición de la She Werewolf seguía presente, la ciudad no perdió la esperanza. Sabía que algún día, Gwen y Ben serían liberados de su maldición. Y hasta entonces, seguirían luchando, seguirían resistiendo, seguirían viviendo.

Así termina la historia de Gwen y Ben, la historia de la She Werewolf. Una historia de miedo y desesperación, pero también de amor y esperanza. Una historia que nos enseña que incluso en la oscuridad, siempre hay una luz de esperanza.