
El Gigante del Huevo Cósmico
By SELENE SANCHEZ

21 May, 2024

En el principio de todo, solo existía un enorme huevo cósmico, brillante y colorido, flotando en la inmensidad de la nada.

El huevo cósmico latía con una energía misteriosa, creciendo y cambiando con el paso del tiempo, preparándose para dar vida a lo desconocido.

Dentro del huevo, un gigante comenzó a formarse. Su cuerpo, hecho de estrellas y nebulosas, crecía y se fortalecía con cada latido del huevo cósmico.

El gigante, aún encerrado en el huevo, soñaba con el vasto universo que pronto crearía. Su existencia marcaba el principio de todo.

Finalmente, el huevo cósmico explotó en una lluvia de luz y color, liberando al gigante en el vacío. Con su liberación, comenzó la creación del universo.

El gigante, libre al fin, extendió sus manos y comenzó a moldear el universo. Planetas, estrellas y galaxias se formaron a partir de su energía.

Con el paso del tiempo, el gigante comenzó a desintegrarse. Cada parte de su cuerpo se convirtió en parte del mundo que hoy conocemos.

Sus manos se convirtieron en montañas, sus ojos en océanos y su corazón en el sol. Cada parte de él se convirtió en un elemento vital de nuestro mundo.

El gigante, ahora completamente desintegrado, vive en cada aspecto de nuestro universo. Cada estrella, cada planeta, cada río lleva una parte de él.

Aunque el gigante ya no está físicamente presente, su espíritu perdura en el universo que creó. Su historia es la historia del universo mismo.

Y así, cada vez que miramos al cielo estrellado, recordamos al gigante del huevo cósmico, el arquitecto de nuestro universo y la fuente de toda la vida.

Su legado continúa, recordándonos que somos parte de algo más grande, una historia cósmica que comenzó en el interior de un huevo y que continúa en nosotros.