
Amanda Antonia y el caballo mágico
By tonycasu03

27 Jun, 2023

Había una vez, en un pueblo muy pequeño, una niña de un año llamada Amanda Antonia. Aunque era muy pequeña, Amanda ya tenía una gran fascinación por los caballos mágicos. Ella soñaba con encontrar a uno para que pudiera volar y explorar los cuentos de hadas con él.

Un día, Amanda decidió salir a buscar al caballo mágico que tanto ansiaba. Su mamá le advirtió que no hablara con extraños, pero le dio permiso para preguntar a los caballos del pueblo.

Amanda comenzó a preguntar a todos los caballos que veía. Primero encontró a un caballo rojo, que tenía una belleza deslumbrante. Le preguntó: "¿Eres tú el caballo mágico que busco?" El caballo rojo negó con la cabeza y siguió comiendo su pasto. Sin embargo, le mostró a Amanda cómo saltar por encima de los obstáculos con facilidad.

Luego, Amanda encontró a un caballo azul que parecía muy inteligente. De nuevo, preguntó: "¿Eres tú el caballo mágico que busco?" El caballo azul sonrió y negó con la cabeza, pero compartió su sabiduría con Amanda al enseñarle cómo leer el clima y cuándo sería el mejor momento para jugar al aire libre.

Amanda continuó su búsqueda y se encontró con un caballo amarillo que irradiaba alegría. No pudo evitar sonreír y preguntó con ilusión: "¿Eres tú el caballo mágico que busco?" El caballo amarillo rió y negó con la cabeza, pero enseñó a Amanda cómo encontrar felicidad en pequeñas cosas y cómo hacer reír a sus amigos.

Después de un rato, Amanda se encontró con un caballo verde que parecía estar lleno de energía. Entusiasmada, le preguntó: "¿Eres tú el caballo mágico que busco?" El caballo verde negó con la cabeza, pero decidió mostrarle a Amanda cómo mantenerse saludable y en forma jugando y corriendo al aire libre.

A medida que el día avanzaba, Amanda se sintió un poco desanimada, pero no se rindió. Al final del día, se encontró con un caballo de muchos colores, con un cuerno brillante en la frente. Amanda no pudo evitar sentirse emocionada y le preguntó con esperanza: "¿Eres tú el caballo mágico que busco?"

El caballo de muchos colores sonrió y afirmó con la cabeza. Su nombre era "Arcoíris" y, al fin, Amanda había encontrado al caballo mágico que tanto deseaba. Arcoíris le dijo a Amanda que había estado observándola durante todo el día y que estaba impresionado con su persistencia y amabilidad hacia todos los caballos que había conocido.

Arcoíris le explicó a Amanda que, debido a su bondad, le otorgaría su deseo de viajar por los cuentos de hadas. Sin embargo, le advirtió que debía continuar siendo amable y respetuosa con todos los seres que encontrara en sus aventuras, ya que eso era lo más importante.

Amanda aceptó de inmediato y, juntos, comenzaron su viaje mágico. En cada cuento de hadas, Amanda y Arcoíris conocieron a personajes fascinantes, como hadas, dragones y princesas. Aprendieron lecciones valiosas sobre la amistad, la valentía y el amor, mientras compartían aventuras emocionantes.

Durante sus viajes, Amanda descubrió que la magia no solo estaba en Arcoíris, sino que también se encontraba dentro de ella y en las conexiones que había establecido con los caballos y personajes que había conocido en el camino. Sus nuevas habilidades para saltar obstáculos, leer el clima, encontrar la felicidad y mantenerse saludable la ayudaron a enfrentar cada desafío con éxito.

A medida que Amanda y Arcoíris continuaron visitando cuentos de hadas y conociendo a más personajes, su vínculo creció aún más fuerte. Amanda no solo ganó un amigo mágico, sino que también encontró una familia entre todas las criaturas mágicas y personajes que había conocido.

Aunque Amanda sabía que no podía quedarse en el mundo mágico para siempre, atesoró cada momento que pasó con su amigo Arcoíris y las lecciones aprendidas durante sus aventuras. Eventualmente, el tiempo llegó para que Amanda regresara a su hogar, pero prometió visitar a Arcoíris cada vez que pudiera.

Cuando Amanda regresó a su pequeño pueblo, compartió las historias de sus encuentros mágicos con Arcoíris y los personajes que habían conocido en su viaje. A medida que contaba sus historias, Amanda se dio cuenta de que la magia no era algo que debía buscar en lugares lejanos, sino que la llevaba consigo a dondequiera que fuera.

Amanda Antonia siguió creciendo como una niña amable, sabia y llena de alegría. No olvidó las lecciones aprendidas durante sus aventuras con Arcoíris y mantuvo la promesa de visitarlo siempre que podía. Juntos, siguieron compartiendo muchas más aventuras en el maravilloso mundo de los cuentos de hadas.