El Lenguaje de los Árboles

    By Storybird

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    27 Jun, 2023

    Había una vez un niño especial llamado Gabriel. Él no era como los demás niños de su edad. Desde muy pequeño, Gabriel tenía una peculiar conexión con la naturaleza, especialmente con los árboles. A ellos les hablaba como si fueran viejos amigos.

    Cada tarde, después de terminar sus tareas escolares, Gabriel se deslizaba hacia el gran bosque que estaba detrás de su casa. En el bosque, conoció a un árbol anciano que llamó Abuelo Roble.

    En ese viejo tronco gastado y cubierto de musgo, Gabriel encontró un confidente. Le contó historias de su vida, de su escuela, de sus amigos. Pero un día, decidió hacer algo diferente. Le preguntó al Abuelo Roble si quería escuchar una historia.

    El Abuelo Roble, sorprendido por la propuesta, movió sus hojas con el viento dando su aprobación. Gabriel comenzó a contar una historia muy antigua, una de esas que se pasan de generación en generación. La historia de cómo se formó el universo.

    "Había una vez", comenzó Gabriel, "un lugar lleno de nada. No había luz, ni oscuridad, ni color. No había sonido, calor o frío. Solo había vacío". El Abuelo Roble escuchaba atentamente, sintiendo el poder de las palabras del niño.

    "De repente", continuó Gabriel, "hubo una gran explosión. La llamamos el Big Bang. Produjo una luz tan brillante que llenó todo el universo". El Abuelo Roble podía imaginarse la brillante luz que llenaba el vacío.

    "A partir de esa explosión", dijo Gabriel, "se formaron las estrellas, los planetas y las galaxias. Todo en el universo proviene de esa explosión inicial". El Abuelo Roble podía sentir la energía de la historia resonar a través de su tronco.

    Gabriel prosiguió explicando cómo la Tierra se formó a partir de una nube de gas y polvo. Cómo la vida comenzó en los océanos, evolucionando hasta los seres que pueblan nuestro planeta hoy.

    El Abuelo Roble sintió una oleada de admiración hacia ese pequeño humano. No solo por su conocimiento sino por su habilidad para transmitir esa historia con tanto entusiasmo.

    Gabriel continuó con su relato, habló de la evolución de las especies, de la aparición de los primeros seres humanos, de la construcción de civilizaciones.

    Pasaron horas mientras Gabriel hablaba, pero para el Abuelo Roble fue como un abrir y cerrar de ojos. Finalmente, Gabriel llegó al final de su historia.

    "Así es como llegamos aquí, Abuelo Roble. Así es como comenzó todo", concluyó Gabriel. El Abuelo Roble movió sus hojas a modo de aplauso. Estaba impresionado con la magnificencia de la historia.

    "Ahora tengo una historia que contarte, Gabriel", dijo el Abuelo Roble. Sus hojas susurraron con el viento, y Gabriel pudo escuchar las palabras del viejo árbol.

    "Por muchos años he sido testigo del paso del tiempo", comenzó el Abuelo Roble. "He visto animales nacer y morir, estaciones cambiar, y humanos como tú crecer".

    Gabriel estaba asombrado. Por primera vez, podía escuchar la voz del Abuelo Roble. Cada palabra era un susurro del viento, cada frase una melodía de la naturaleza.

    El Abuelo Roble contó historias de épocas pasadas, de guerras y paz, de sequías y abundancia. También habló del tiempo presente, del bosque y de sus habitantes.

    Por fin, Gabriel descubrió que no solo él podía hablar con los árboles, sino que los árboles también podían hablar con él. A partir de ese día, iniciaron un intercambio de historias que duró años.

    Gabriel creció, pero nunca perdió ese vínculo mágico con el Abuelo Roble. Aquel viejo árbol se convirtió en su guía, su maestro, su amigo, su confidente.

    Y así, Gabriel, el niño que hablaba con los árboles, se convirtió en un narrador de historias. Y el Abuelo Roble, el viejo guardián del bosque, se convirtió en su público más apreciado.

    Hoy, Gabriel sigue visitando al Abuelo Roble y continúa contándole historias. Algunas son viejas, otras son nuevas, pero todas ellas son escuchadas con la misma atención y cariño.

    En cada visita, Gabriel aprende algo nuevo del Abuelo Roble. Algunas veces sobre los secretos del bosque, otras veces sobre la vida misma.

    A cambio, Gabriel le trae historias de los humanos, de sus hazañas y fracasos, de sus alegrías y penas. Así, juntos, continúan su hermoso intercambio de historias.

    Y aunque Gabriel ya no es un niño, sigue siendo el eterno amigo del Abuelo Roble, el contador de historias del bosque, el niño que habla con los árboles.

    Así que, si alguna vez te encuentras con un viejo roble en un bosque, quédate quieto y escucha. Tal vez puedas escuchar sus historias susurradas al viento. Y tal vez, si tienes suerte, puedas encontrar a Gabriel, el amigo de los árboles, contando una nueva historia.

    Esta es la historia del comienzo de los tiempos, contada por un niño a un árbol, y la historia de una amistad entre un humano y un árbol. Una amistad que continúa hasta el día de hoy, en un bosque no muy lejos de aquí.

    El Lenguaje de los Árboles