El Monstruito Glotón

    By Storybird

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    31 Jul, 2023

    En un pequeño y misterioso pueblo llamado Dulcecito, vivía un curioso monstruito. Era redondo, de suave piel azul y enormes ojos brillantes. Pero este no era un monstruito común, ¡no!, él tenía una peculiar debilidad: los dulces.

    Todo en Dulcecito era comestible y delicioso, desde las rosquillas en los árboles hasta los algodones de azúcar en las nubes. Y nuestro amigo, el monstruito, aprovechaba cada oportunidad para deleitarse con estos dulces placeres.

    Cuando salía a jugar al amanecer, saltaba sobre los montones de caramelos esparcidos por el suelo y luego, en lugar de jugar a la pelota con sus amigos, prefería jugar a "atrapa el dulce".

    Día tras día, nuestro monstruito consumía infinitas cantidades de dulces. ¡Era la criatura más feliz que jamás pisó Dulcecito! Sin embargo, algo comenzó a cambiar.

    Monstruito Azul, como le gustaba que le llamaran, empezó a redondearse más y más. Pronto, jugando a la pelota parecía ser una pelota él mismo. Pero eso no era todo, también estaba perdiendo su energía.

    Le costaba correr, saltar e incluso reir. Sus amigos comenzaron a preocuparse. Le preguntaron qué le pasaba, pero Monstruito Azul solo decía que estaba un poco cansado y necesitaba más dulces para reponerse.

    Pero el cargar con su cuerpo redondo y pesado era cada vez más difícil. Su movilidad se volvió limitada y su alegría se desvanecía. Esto llenó de tristeza a todo Dulcecito.

    Preocupados, los amigos de Monstruito Azul visitaron al sabio del pueblo. Un anciano muy listo y amable que siempre tenía una solución para todo. Le contaron sobre su amigo, y el anciano prometió ayudar.

    Armado con su bastón de regaliz, el anciano visitó a Monstruito Azul. Le observó y tras un rato de silencio, se rascó la perilla y dijo: "Demasiados dulces han hecho al Monstruito muy redondo".

    Declaró que Monstruito Azul necesitaba cambiar su dieta y hacer ejercicio. Los dulces debían ser un premio ocasional, no su comida diaria. Y por muy increíble que pareciera, debía aprender a disfrutar de otros alimentos que no fueran dulces.

    Al principio, a nuestro monstruito le costó acostumbrarse a la idea. Pero rodeado del amor y apoyo de sus amigos, decidió hacer el esfuerzo. Comenzó a comer verduras y frutas, y participaba en juegos activos.

    Monstruito Azul, poco a poco, volvió a ser la bolita de energía alegre que todos conocían, aunque parecía mucho menos redondo ahora. Comenzó a recuperar su antigua forma y fuerza. Más importante aún, recuperó su felicidad.

    A medida que su barriguita se hacía más pequeña, su sonrisa se hacía más grande. Jugaba y corría por todo Dulcecito, regalando sonrisas y risas a todos a su paso. Su alegría era contagiosa, y todo el pueblo se unió a la celebración.

    El sabio anciano sonrió satisfecho al presenciar la transformación de Monstruito Azul. Había aprendido la lección más valiosa que Dulcecito podría enseñar: el equilibrio es la clave de la felicidad.

    Este no fue el final de la aventura para Monstruito Azul, sino apenas el comienzo. Dulcecito era un lugar de maravillas, lleno de color y alegría, donde la vida siempre tenía una enseñanza que ofrecer.

    Y mientras Monstruito Azul continúa viviendo su dulce vida, hay una cosa que ya sabe con seguridad: no hay nada malo en disfrutar de un dulce de vez en cuando, pero la verdadera dulzura está en ser feliz y saludable.

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