
Perdida en el bosque encantado
By Cesar Augusto

31 Jul, 2023

Había una vez una niña de unos 8 años llamada Camila. Camila era muy aventurera y siempre estaba dispuesta a explorar el mundo que la rodeaba. Un día, decidió emprender una aventura por el bosque que se encontraba detrás de su casa.

No era la primera vez que recorría ese bosque, pero ese día decidió ir un poco más allá de lo usual. Se armó con su mochila llena de provisiones y su brújula, y partió hacia la desconocida profundidad del bosque.

Mientras caminaba, Camila observaba con curiosidad los árboles, las flores y los animales. Tomaba nota de cada detalle, de cada nueva planta que veía, de cada sombra curiosa que se proyectaba en el suelo.

Pero a medida que avanzaba, comenzó a notar que los árboles se veían diferentes, más viejos, más altos. La luz del sol apenas se filtraba por la densa cobertura de las hojas y el bosque se volvía cada vez más oscuro.

Camila se detuvo y miró su brújula, pero se dio cuenta de que la había perdido en alguna parte del camino. Trató de recordar el camino por el que había llegado, pero todo en el bosque parecía igual.

Desconcertada, Camila comenzó a caminar en la dirección que creía que la llevaría de regreso a casa. Sin embargo, después de un rato, se dio cuenta de que estaba perdida. Se había adentrado demasiado en el bosque y no sabía cómo volver.

Su corazón empezó a latir con fuerza y un miedo silencioso comenzó a envolverla. Sin embargo, decidió que no debía entrar en pánico. Recordó que siempre había un camino de vuelta y que solo tenía que seguir buscando.

Continuó caminando y, para su sorpresa, tras pasar por un espeso manto de arbustos, encontró una pequeña casa en medio del bosque. La casa parecía abandonada, pero era cálida y acogedora, con una chimenea humeante y flores silvestres que crecían alrededor.

Camila, atraída por el misterio de la casa, decidió explorarla. A medida que se acercaba, notó que la puerta estaba entreabierta y podía ver la cálida luz de las velas iluminar el interior.

Al entrar, Camila se encontró con una sala de estar sencilla pero acogedora. Había un fuego ardiendo en la chimenea y una mesa de madera en el centro de la sala con un plato de galletas y un vaso de leche.

En la cocina, había una olla sobre un fuego lento que desprendía un delicioso aroma. Camila se sorprendió al ver que, a pesar de que parecía que la casa estaba deshabitada, había comida caliente en la cocina.

Camila se sintió atraída por la calidez y la comida y, olvidándose por un momento de que estaba perdida, decidió quedarse un rato. Comió algunas galletas y bebió un poco de leche. Pronto, el cansancio comenzó a apoderarse de ella.

Encontró una pequeña habitación con una cama cubierta con una manta suave y acogedora. Parecía tan cómoda que no pudo resistirse a echarse una pequeña siesta.

Mientras dormía, soñó con un camino brillante que la llevaba de vuelta a casa. Cuando despertó, se sintió renovada y llena de determinación. Sabía que tenía que encontrar el camino de vuelta a casa.

Al salir de la casa, notó un sendero que no había visto antes. Parecía que había sido recorrido muchas veces y decidió seguirlo, con la esperanza de que la llevara de vuelta a casa.

A medida que avanzaba por el sendero, los árboles comenzaron a parecer más familiares y la luz del sol volvió a brillar a través de las hojas. Pronto, pudo reconocer la silueta de su casa en la distancia.

Camila sintió una oleada de alivio al darse cuenta de que había encontrado el camino de vuelta a casa. Agradecida por la misteriosa casa que la había cuidado en su tiempo de necesidad, decidió volver a visitarla algún día.

Cuando llegó a su casa, su madre estaba preocupada pero aliviada de verla. Le contó sobre su aventura y la misteriosa casa en el bosque. Aunque su madre estaba un poco asustada, también se mostró intrigada por la historia.

Esa noche, Camila se acostó en su cama, pensando en el día. Aunque había estado asustada y perdida, también había tenido una gran aventura. Y aunque estaba segura de que no se adentraría tanto en el bosque de nuevo, siempre recordaría la misteriosa casa que la había ayudado a encontrar su camino a casa.

Desde aquel día, Camila añadió una nueva regla a su lista de aventuras: siempre llevar consigo una brújula y un mapa, y nunca aventurarse más allá de lo que podría recordar. Y aunque nunca volvió a encontrar la casa en el bosque, siempre la llevó en su corazón como un recordatorio de su maravillosa aventura.

Camila siempre recordará ese día con una mezcla de miedo y admiración. A pesar de que había estado perdida y asustada, había encontrado en sí misma la valentía para seguir adelante y finalmente encontrar el camino a casa.

Y así fue como, a pesar de estar perdida en el bosque, Camila descubrió la magia de la aventura y la satisfacción de encontrar su propio camino. Su historia sirvió como un recordatorio para siempre de que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una luz al final del túnel.

Y aunque la misteriosa casa en el bosque quedó atrás, Camila la llevó siempre consigo en su corazón, como un monumento a su primer gran viaje solo. Porque para ella, esa casa fue mucho más que un refugio; fue un faro que la guio cuando estaba perdida y que finalmente la condujo de vuelta a casa.

Esto sirvió como una gran lección para Camila. Aprendió que la verdadera aventura no se trata de cuán lejos puedes llegar, sino de cuánto puedes aprender y crecer en el camino. Y aunque la encontró de una manera inusual, estaba agradecida por la lección que le había enseñado.

Hoy, Camila mira hacia atrás a esa aventura con gratitud. Aunque estuvo llena de miedo y desafíos, también estuvo llena de aprendizaje y crecimiento. Y aunque la casa en el bosque permanece como un misterio, para Camila, siempre será un recordatorio de lo lejos que ha llegado y de lo lejos que todavía puede llegar.