The Cunning Fox

    By Enrique Culzoni

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    15 Jul, 2023

    Había una vez un zorro astuto que vivía en un espeso bosque cerca de un pequeño pueblo. El zorro tenía un apetito voraz y siempre estaba buscando algo delicioso para comer.

    Se dio cuenta de las gallinas del vecino, que eran grandes y parecían muy sabrosas. Soñaba con el día en que podría hincarle el diente a una de ellas.

    Pero había un problema. Las gallinas no estaban solas, estaban cuidadas por un gallo atento y por el dueño del corral, un granjero robusto y astuto llamado Pedro.

    Pedro tenía un perro grande y leal llamado Max. Max estaba siempre vigilando el corral y no dejaba que ningún extraño se acercara a las gallinas.

    El zorro, sin embargo, no se desanimó. Era astuto y estaba decidido a conseguir su deliciosa comida. Así que empezó a observar el corral todos los días, buscando una oportunidad.

    Un día, Pedro tuvo que ir al mercado y dejó a Max al cargo del corral. El zorro vio su oportunidad y decidió actuar.

    Pero Max no era fácil de engañar. Aunque el zorro intentó muchas tácticas para distraer a Max, el perro se mantuvo firmemente en su puesto y nunca perdió de vista las gallinas.

    El zorro se sintió frustrado pero no se dio por vencido. Decidió intentarlo de nuevo al día siguiente.

    Esta vez, intentó esconderse entre los arbustos y acercarse sigilosamente al corral. Pero, Max estaba alerta y empezó a ladrar tan pronto como vio al zorro.

    El zorro tuvo que huir precipitadamente para evitar ser atrapado. Pero no perdió la esperanza y decidió intentarlo una vez más.

    Esta vez, vino con un plan. Decidió distraer a Max llevando a otro animal al bosque, lejos del corral. Así, mientras Max estuviera ocupado, él podría robar una gallina.

    Pero su plan no funcionó. Max era demasiado leal y no dejó el corral ni por un segundo. El zorro tuvo que huir de nuevo, con el estómago vacío.

    El zorro se sintió derrotado. Se dio cuenta de que no importaba cuántos planes hiciera, no podía engañar a Max ni al astuto granjero Pedro.

    Sin embargo, a pesar de sus fracasos, el zorro no perdió la esperanza. Decidió que intentaría un último plan.

    Decidió disfrazarse de gallina y mezclarse con el grupo. Pensó que si podía entrar al corral sin ser detectado, podría llevarse una gallina sin problemas.

    Pero su plan volvió a fallar. Las gallinas se dieron cuenta de que no era una de ellas y empezaron a cacarear. Max, alertado por los cacareos, corrió hacia el corral y el zorro tuvo que huir de nuevo.

    Agotado, hambriento y derrotado, el zorro finalmente se dio por vencido. Se dio cuenta de que no importaba cuán astuto fuera, no podía superar la lealtad y la vigilancia de Max.

    A partir de ese día, el zorro dejó de intentar robar las gallinas de Pedro y empezó a buscar su comida en el bosque, como debería haber hecho desde el principio.

    Pedro, Max y las gallinas vivieron en paz y el zorro aprendió una valiosa lección: no importa cuán astuto seas, no siempre puedes tener lo que quieres.

    Y así, el zorro se dedicó a buscar su alimento en el bosque, aprendiendo a contentarse con lo que la naturaleza le ofrecía. Aprendió que la astucia tiene su lugar, pero no cuando se trata de tomar lo que no le pertenece.

    A pesar de las dificultades iniciales, el zorro prosperó en el bosque, encontrando suficiente comida para mantenerse sano y fuerte. Y aunque todavía miraba a las gallinas de vez en cuando, nunca intentó robar una de nuevo.

    En cuanto a Pedro, las gallinas y Max, continuaron viviendo en paz en su pequeño corral. Pedro estaba orgulloso de Max por su valentía y lealtad, y estaba agradecido de poder contar con él para proteger a sus gallinas.

    La historia del zorro y las gallinas se convirtió en una leyenda en el pueblo. Los niños la escuchaban con interés, aprendiendo la lección importante de no tomar lo que no les pertenece.

    Así, el zorro, aunque no consiguió lo que quería inicialmente, terminó enseñando una valiosa lección a todos en el pueblo. Y aunque no se llevó una gallina, se llevó algo mucho más valioso: sabiduría y respeto.

    Y, al final, el zorro, Pedro, Max y las gallinas vivieron felices, cada uno en su propio hogar, en paz y armonía. Porque, después de todo, cada uno tiene su lugar en el mundo, y ese lugar debe ser respetado.