
The Diary of Abraham Van Helsing
By Storybird

07 Jul, 2023

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Mi primer contacto con las criaturas de la noche ocurrió cuando apenas era un niño. Vivíamos en una vieja casa victoriana, con altos techos y largos pasillos. Cada rincón estaba cargado de sombras, y de niño, estas sombras parecían cobrar vida al caer la noche.

Una noche, mientras yacía en mi cama escuchando el tic-tac del reloj, vi una sombra moverse en la oscuridad. Mi corazón se aceleró, pero traté de convencerme de que era solo mi imaginación. No funcionó. Algo en mi interior me decía que algo no estaba bien.

El miedo fue reemplazado por una curiosidad incontrolable y decidí investigar. Me deslicé fuera de mi cama y caminé lentamente hacia la puerta. A medida que me acercaba, la sombra se hizo más grande y más oscura. Me detuve a pocos pasos, paralizado por el miedo.

Justo cuando estaba a punto de darme la vuelta y correr, un extraño sonido rompió el silencio. Era un susurro, como una brisa que se colaba a través de una grieta. Fui hacia la sombra y, cuando llegué, todo se volvió oscuro.

Cuando desperté, estaba en mi cama. Todo parecía normal, pero yo sabía que algo había cambiado. Nunca volví a ser el mismo niño. La curiosidad se había transformado en un deseo irrefrenable de enteder lo desconocido.

Mi crecimiento se vio marcado por un interés creciente en lo sobrenatural. Mis ansias por conocer y entender me llevaron a la universidad, donde me gradué en medicina, siguiendo los pasos de mi padre. Pero mi verdadera pasión se encontraba en los límites de la ciencia.

Durante años, compaginé mi trabajo como médico con mis investigaciones sobre lo paranormal. Nunca faltaban casos de apariciones o sucesos extraños. Cada uno de ellos alimentaba mi convicción de que había fuerzas más allá de nuestra comprensión.

En 1885, me enfrenté por primera vez a un vampiro. Fue una lucha brutal y casi pierdo la vida. Sin embargo, esa experiencia me enseñó que los monstruos de nuestras pesadillas existen y que alguien debía ponerles fin.

Esa lucha cambió mi vida para siempre. Decidí dedicarme por completo a la caza de estas criaturas. Dejé mi carrera como médico y comencé a viajar por el mundo, buscando respuestas y maneras de proteger a la humanidad de estas amenazas.

Mis viajes me llevaron a lugares remotos. En los Cárpatos, aprendí sobre los vampiros y cómo derrotarlos. En África, descubrí maldiciones antiguas y rituales oscuros. En Asia, me enfrenté a espíritus malignos que aterrorizaban a las aldeas locales.

A pesar de los peligros, nunca dejé que el miedo me venciera. Sabía que si dejaba de luchar, la oscuridad tendría vía libre para extenderse. Y si eso sucediera, no habría esperanza para la humanidad.

En 1897, me encontré cara a cara con mi archienemigo: el Conde Drácula. Era un ser de una maldad indescriptible, con un poder descomunal. Nuestra lucha duró semanas, pero finalmente, pude acabar con él.

Tras la muerte de Drácula, sentí que mi misión había finalizado. Decidí retirarme a este tranquilo monasterio, lejos del bullicio del mundo. Aquí, en Silos, he encontrado la paz que tanto anhelaba.

Mis días ahora son simples y tranquilos. Me levanto con el sol, asisto a los servicios religiosos y paso mis tardes leyendo y escribiendo. Las noches, antes llenas de terror, ahora son pacíficas y silenciosas.

Sin embargo, no puedo olvidar mi pasado. Los recuerdos de mis batallas y las vidas que no pude salvar me persiguen. Pero he aprendido a vivir con ellos. Son parte de mí, al igual que las cicatrices que cubren mi cuerpo.

Al mirar atrás, veo una vida llena de peligros y sacrificios. Pero no cambiaría nada. A pesar de todo, tuve la oportunidad de hacer algo importante, de marcar una diferencia. Y por eso, me considero afortunado.

Ahora, en el ocaso de mi vida, siento que mi lucha no fue en vano. He dejado un mundo más seguro para las futuras generaciones. Y aunque el mal nunca será completamente erradicado, sé que hay quienes seguirán luchando.

Este diario es mi legado. En él, he grabado todo lo que aprendí y experimenté. Espero que sirva como una guía para aquellos que decidan seguir mi camino y continuar la lucha contra la oscuridad.

Ahora, mientras el sol se pone y el día llega a su fin, siento una sensación de satisfacción. He vivido, he luchado y, de alguna manera, he vencido. El cansancio me vence y sé que mi tiempo está llegando a su fin.

Pero no tengo miedo. He enfrentado a la muerte demasiadas veces como para temerle ahora. Sé que cuando llegue mi momento, estaré listo. Y espero ser recibido en el más allá por aquellos a quienes no pude salvar.

Ahora, a medida que la oscuridad se cierne sobre el monasterio y los cantos gregorianos resuenan en el silencio, siento una paz profunda. Mi vida ha sido todo menos ordinaria, pero no la cambiaría por nada del mundo.

Dejo este diario como un recordatorio de que incluso en la oscuridad más profunda, siempre hay esperanza. La lucha nunca termina, pero siempre habrá aquellos dispuestos a enfrentarse al mal. Y eso, en sí mismo, es la victoria más grande.

Ahora, a medida que mi pluma cae y mis ojos se cierran, siento que he hecho todo lo que estaba en mi poder. Y con ese pensamiento, me dispongo a descansar. Que sean las nuevas generaciones quienes tomen el relevo en la eterna lucha contra la oscuridad.