Loading Your Video

    Luna, una niña de cinco años con rizos dorados y ojos curiosos, caminaba por el sendero del bosque, fascinada por la belleza natural que la rodeaba. "¡Mira qué lindas mariposas!", exclamó alegremente mientras seguía el vuelo de las criaturas aladas.
    Luna se detuvo al ver un resplandor inusual entre las hojas. Con curiosidad, se acercó y descubrió un espejo antiguo, su marco decorado con intrincados diseños florales. Al mirarse en el espejo, Luna se sorprendió al ver que los animales del bosque parecían hablarle. "¿Quién eres tú?", preguntó, asombrada.
    Rocío, un zorro de pelaje rojizo y ojos brillantes, salió de entre los arbustos, moviendo sus patas con agilidad. "Hola, soy Rocío. Necesito tu ayuda para encontrar mi cola perdida," dijo con voz inquieta. "¡Claro! Vamos a buscarla juntos," respondió Luna, emocionada por la nueva amistad.
    Luna y Rocío avanzaron por el bosque, siguiendo pistas y escuchando los susurros de los árboles. "Creo que la dejé cerca del río," comentó Rocío, mientras saltaba sobre un tronco caído. Luna lo siguió, disfrutando cada momento de su aventura compartida.
    Finalmente, encontraron la cola de Rocío atrapada entre unas ramas cerca del río. Luna la liberó cuidadosamente. "¡Gracias, Luna! Eres una gran amiga," dijo Rocío, su cola ahora ondeando con alegría.
    Luna y Rocío regresaron al claro donde encontraron el espejo. "Prometamos que siempre seremos amigos," sugirió Luna, extendiendo su mano. Rocío asintió, rozando su hocico contra la mano de Luna en señal de amistad eterna. "Siempre," respondió.