Eldrin, un joven aprendiz de mago, avanza con su capa azul oscuro arrastrándose sobre el suelo húmedo. Sus ojos verdes reflejan la luz filtrada por las hojas mientras consulta un pergamino antiguo. A su lado, Seris, una guerrera de armadura ligera y cabello trenzado, observa cada sombra con mano firme sobre la empuñadura de su espada.
"¿Seguro que este es el camino? El mapa parece casi tan viejo como este bosque."
"Confío en ti, Eldrin, pero si algo nos acecha, yo lo sentiré antes de que lo veas."
Eldrin se detiene y señala el círculo con emoción contenida. Seris da un paso al frente, inspeccionando las piedras con cautela.
"Aquí es donde, según la leyenda, descansa la Espada de las Estrellas. Debemos realizar el ritual antes de que llegue la sombra."
"Entonces, apresúrate. No me gusta cómo la luz tiembla aquí."
Una brisa helada recorre el claro, haciendo bailar las hojas muertas. El suelo tiembla y del centro del círculo surge una espada de hoja plateada, suspendida en el aire, rodeada de chispas de luz estelar.
"¡La espada! Solo queda tomarla antes de que la oscuridad la reclame de nuevo."
Seris desenvaina su espada y se interpone entre Eldrin y las sombras, su armadura reflejando el tenue resplandor de la espada mágica.
"¡Toma la espada, Eldrin! ¡Yo los detendré!"
"No te dejaré sola, Seris. Juntos venceremos."
Eldrin y Seris se miran, exhaustos pero victoriosos, mientras la espada brilla con una promesa de esperanza renovada.
"Lo logramos. La oscuridad ya no reinará mientras la espada esté en manos justas."
"Gracias a ti, Seris. Nuestra leyenda apenas comienza."
El aire está impregnado de esperanza y el canto de los pájaros celebra la victoria. Los dos héroes desaparecen entre los árboles, sabiendo que el destino del reino ha cambiado para siempre.