The Enchanted Forest

    By Nan

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    24 Oct, 2023

    Era la noche de Halloween y un grupo de cuatro amigos se encontraba en la entrada de un bosque conocido por sus leyendas de encantamientos y misterios. Decidieron entrar, con la emoción de la noche y la curiosidad a flor de piel.

    Avanzaban por el bosque, con Pedro al frente. De pronto, un murmullo les hizo detenerse. Miraron a su alrededor y descubrieron un camino de piedras que no estaba antes.

    Sin pensarlo mucho, siguieron el camino de piedras. Pronto llegaron a un claro donde se encontraba un viejo pozo. María, con cautela, se acercó a él.

    Al acercarse, María observó que el pozo estaba lleno de un líquido brillante. Con miedo, decidió no acercarse más, pero José, con audacia, decidió probar su suerte.

    José cogió una piedra y la arrojó al pozo. En lugar de oír un chapoteo, escucharon un estruendo y de repente, una figura se formó frente a ellos.

    La figura parecía un fantasma, pero pronto se transformó en un anciano con una barba larga y blanca. Les dijo que para salir del bosque, tendrían que resolver tres enigmas.

    Pedro, el más valiente, aceptó el desafío. El anciano sonrió y pronunció el primer enigma: "Soy madre e hija a la vez, ¿quién soy?"

    Los amigos se quedaron pensativos, pero fue Ana quien resolvió el enigma. "La respuesta es la semilla", dijo, "ya que da vida a la planta y a su vez nace de ella".

    El anciano asintió y pronunció el segundo enigma: "Cubro ciudades y montañas, pero no peso nada. ¿Qué soy?" Los amigos se miraron confundidos.

    María, que siempre había amado los acertijos, sonrió. "La respuesta es la niebla", dijo, "cubre todo pero no tiene peso". El anciano asintió de nuevo.

    Finalmente, el anciano pronunció el último enigma: "Si me nombras, desaparezco. ¿Qué soy?" Los amigos se quedaron perplejos, hasta que Pedro habló.

    "La respuesta es el silencio", dijo Pedro, "porque si lo nombras, ya no está". El anciano sonrió y se desvaneció, dejando detrás de él un camino de regreso.

    Los amigos, aliviados, siguieron el camino. A medida que avanzaban, el bosque parecía volver a la normalidad, las piedras brillantes desaparecieron y el aire se llenó de silencio.

    Finalmente, salieron del bosque justo cuando el amanecer comenzaba a romper. Exhaustos pero felices, se abrazaron, habían superado el desafío del bosque encantado.

    Esa noche, se convirtió en una aventura que recordarían para siempre. Aunque el bosque encantado era un lugar lleno de misterios, también había sido el escenario de su valentía y amistad.

    Desde aquel día, cada vez que pasaban cerca del bosque, no podían evitar sonreír al recordar la noche de Halloween más emocionante de sus vidas. Su amistad se había fortalecido y el bosque ya no era un lugar de miedo, sino de aventura.