
Carmen and her Llama's Adventure
By Hugo Frank

27 Jun, 2023

Había una vez una niña cholita boliviana llamada Carmen que tenía una llama como mascota. La llama era su mejor amiga y la acompañaba a todas partes. Vivían en un pequeño pueblo en las montañas de Bolivia, lleno de hermosos paisajes y gente amable.

Un día, Carmen y su llama decidieron ir a explorar las montañas cercanas a su casa. Empacaron sus cosas y se despidieron de la familia de Carmen antes de partir hacia la gran aventura. Carmen llevó consigo una pequeña mochila con comida y herramientas útiles, mientras su llama cargaba cosas más pesadas.

Caminaron durante horas, disfrutando de los paisajes y la naturaleza a su alrededor. Carmen y su llama se encontraron con muchos animales, como cóndores y vizcachas, y recogieron algunas plantas y flores para llevar a casa.

Sin embargo, al llegar a un hermoso valle, se encontraron con un río muy ancho y profundo que les impedía continuar. Carmen estaba triste porque no sabía cómo cruzar el río. Sus padres le habían advertido acerca de este río, pues era conocido por tener fuertes corrientes y ser peligroso.

Pero la llama, que era muy inteligente, encontró una solución para cruzar el río. Había varias piedras grandes en el río, que, si saltaban de una a la otra, podrían llevarlas al otro lado sin mojarse ni exponerse a la fuerte corriente. Carmen estaba un poco asustada, pero confió en su amiga llama.

Carmen y su llama se tomaron de la mano y comenzaron a saltar de piedra en piedra, con cuidado y sin prisa. Cada salto era un pequeño triunfo y se animaban mutuamente para seguir adelante. A pesar de que algunas piedras estaban resbaladizas, lograron cruzar el río sin problemas.

Una vez en el otro lado, se sintieron muy felices y orgullosos de haber superado ese obstáculo. Carmen agradeció a su amiga llama por su valentía e inteligencia, y juntas continuaron explorando las montañas.

Más adelante, Carmen y su llama se encontraron con un anciano herido en el camino. El anciano les explicó que había resbalado en una piedra y se había torcido el tobillo, por lo que no podía caminar. Carmen y su llama decidieron ayudarlo, y con el apoyo de ambas, el anciano pudo regresar a su hogar.

Al llegar a la casa del anciano, él y su esposa les agradecieron por su ayuda y les ofrecieron comida y refugio para pasar la noche. Carmen y su llama aceptaron con gusto, pues ya estaban cansadas del largo día que habían tenido.

Esa noche, alrededor de la fogata, Carmen, su llama y los ancianos compartieron historias y risas. El anciano les contó sobre sus propias aventuras en las montañas cuando era joven y les dio consejos para su viaje. Carmen y su llama se sintieron agradecidas por la hospitalidad y la amistad de los ancianos.

A la mañana siguiente, se despidieron de los ancianos y continuaron su aventura. Esta vez, el camino los llevó a través de un denso bosque, lleno de árboles gigantes y misteriosos sonidos. Carmen y su llama se maravillaron ante la belleza del bosque y los secretos que escondía.

En el bosque, descubrieron un campo lleno de flores silvestres de todos los colores. Carmen no pudo resistirse y recogió algunas para llevar a casa. Mientras tanto, su llama se entretuvo correteando y jugando con las mariposas que revoloteaban por el campo.

Más allá del campo de flores, Carmen y su llama encontraron una cueva misteriosa escondida entre las rocas. Aunque al principio estaban asustadas, decidieron investigar juntas. Con cuidado, entraron a la cueva y descubrieron un tesoro escondido: un cofre lleno de joyas y monedas de oro.

Carmen sabía que debían compartir este tesoro con su pueblo, pues juntas habían aprendido que la generosidad y la cooperación eran lo más importante en sus aventuras. Así que, recogieron algunas de las joyas y monedas y las guardaron en sus mochilas para llevarlas a casa.

Desde ese día, Carmen y su llama se convirtieron en aventureras y exploraron juntas muchos lugares hermosos y misteriosos en las montañas de Bolivia. Sus amistades crecieron y sus corazones se llenaron de valentía y amor por las nuevas experiencias. Y siempre recordaron compartir sus hallazgos y aprendizajes con su familia y comunidad, pues sabían que la verdadera riqueza está en la unión y la generosidad.