Gabriel, the Little Angel

    By eimar

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    28 Jun, 2023

    Había un ángel pequeñito en el cielo llamado Gabriel. Él era el más joven de todos y siempre tenía el corazón lleno de alegría y amor, sin embargo, un día comenzó a sentir tristeza.

    Desde su lugar en el cielo, Gabriel tenía la tarea de observar la tierra. Había un niño humano llamado Santiago que siempre estaba en apuros y a menudo se sentía solo.

    Gabriel anhelaba ayudar a Santiago, pero debido a su tamaño y juventud, no le era posible hacerlo por sí mismo. Aun así, el pequeño ángel no podía ignorar el llamado de su corazón.

    Un día, Gabriel decidió que tenía que hacer algo. Sin importar las consecuencias, se dispuso a descender a la Tierra para ayudar a Santiago. Sabía que esto seguramente atraería el castigo de su ángel protector.

    Aprovechando un momento en que su ángel protector estaba distraído, Gabriel descendió a la tierra. Con un par de aleteos de sus pequeñas alas, se encontró a lado de Santiago.

    Gabriel pasó sus días animando a Santiago. Fuera alentándolo en sus tareas escolares, jugando con él o simplemente escuchándolo, Gabriel estuvo allí para hacer la vida de Santiago un poquito más brillante.

    Santiago comenzó a sentirse más feliz. Por primera vez en mucho tiempo, no se sentía solo. Con cada día que pasaba, la sonrisa de Santiago se volvía más brillante y su risa más fuerte.

    Gabriel, a pesar de saber que estaba en problemas, no podía evitar sentirse contento. Ver a Santiago feliz lo llenaba de una alegría indescriptible. Después de todo, ¿no era esa la verdadera labor de un ángel?

    Finalmente, llegó el día en que Gabriel tuvo que decir adiós a Santiago. Con una última sonrisa y un abrazo, Gabriel le prometió a Santiago que siempre estaría con él, cuidándolo desde el cielo.

    Con el corazón pesado pero lleno de amor y gratitud, Gabriel volvió al cielo. Allí, le esperaba su ángel protector, con una mirada de preocupación y alivio a la vez.

    El ángel protector preguntó a Gabriel dónde había estado. Con la voz temblorosa y la mirada al suelo, Gabriel contó todo lo que había hecho, desde su viaje a la tierra hasta su despedida de Santiago.

    El ángel protector escuchó en silencio, luego, con calma y sabiduría, reconoció la nobleza en el corazón de Gabriel. Sin embargo, también le explicó que debía haberles contado a sus mayores lo que planeaba hacer.

    Dijo que al no saber dónde se encontraba Gabriel, todo el cielo había estado muy preocupado. Gabriel no había pensado en las consecuencias de su aventura y eso había angustiado a todos en casa.

    Gabriel sintió un nudo en el estómago. No había querido preocupar a nadie, solo quería ayudar a Santiago. Llorando, pidió disculpas a su ángel protector y prometió que nunca volvería a actuar sin pensar en los demás.

    El ángel protector, con una fuerte sonrisa, abrazó a Gabriel. Explicó que aunque cometió un error, su compasión y amor por Santiago eran notables. Eso era lo que realmente importaba.

    Gabriel sintió un gran alivio al escuchar estas palabras. Aunque se sintió avergonzado por su imprudencia, también se llenó de orgullo por haber sido capaz de ayudar a Santiago.

    Desde aquel día, la vida de Gabriel cambió. A pesar de su juventud y su tamaño, fue nombrado el ángel guardián de Santiago, una responsabilidad importante que Gabriel aceptó con alegría y humildad.

    Ahora, desde el cielo, Gabriel observa y protege a Santiago. Si bien puede que no pueda estar físicamente a su lado, su amor y su amistad siempre serán una parte esencial en la vida de Santiago.

    Y aunque a veces Gabriel aún se siente un poco triste por no poder jugar con Santiago, sabe que su labor como ángel guardián es muy importante. Su amor por Santiago nunca disminuirá, sin importar la distancia entre ellos.

    Santiago, por su parte, siempre recuerda a su pequeño amigo con cariño. Incluso si no puede ver a Gabriel, siente su presencia y sabe que su amiguito está cuidando de él. Ambos comparten una amistad inquebrantable, más allá de la vida y la muerte.

    Esta es la historia de Gabriel, el pequeño ángel que demostró que no importa qué tan pequeño seas, siempre puedes hacer una gran diferencia en la vida de alguien. Solo necesitas seguir tu corazón y tener el valor para hacer lo que crees que es correcto.

    Y así, Santiago y Gabriel permanecen unidos, cada uno desde su propio mundo. El pequeño ángel en el cielo y el niño en la tierra, juntos en corazón y espíritu, siempre.

    Gabriel, aunque todavía es el más joven de los ángeles, ahora posee una sabiduría que va más allá de su edad. Aprendió que siempre hay una forma de ayudar, incluso cuando parece que no se puede hacer nada.

    Y Santiago, aunque todavía es solo un niño, lleva en su corazón la lección de que siempre hay alguien que se preocupa por él, incluso si no puede verlo. Aprendió que la amistad, incluso con un ángel, puede ser una de las cosas más valiosas en la vida.

    Ambos siguen adelante, cada uno a su manera, pero siempre unidos por la profunda amistad que los une. Cada uno lleva consigo la increíble historia de un ángel que bajó del cielo para hacer del mundo un lugar más feliz.

    Gabriel y Santiago son el perfecto ejemplo de que el amor y la amistad siempre encuentran una manera, sin importar cuán grande sea el obstáculo. Siempre y cuando mantengas tu corazón abierto, podrás recibir y dar amor de la manera más inesperada.

    Así que donde sea que estés, recuerda que siempre hay alguien cuidándote, tal vez incluso un pequeño ángel llamado Gabriel. Y cualquier tristeza o dificultad que puedas enfrentar, siempre habrá alguien dispuesto a ayudarte.

    Esta es la lección que Gabriel y Santiago nos dejan. Un pequeño ángel y un niño humano, ambos llenos de amor y bondad. Juntos, demuestran que todas las criaturas, grandes y pequeñas, pueden hacer un gran cambio en el mundo.

    Siempre y cuando sigamos nuestros corazones y actuemos con bondad, siempre habrá esperanza. No importa cuán pequeños nos sintamos, si actuamos con amor, podemos lograr cosas maravillosas.

    Así que la próxima vez que mires al cielo, no olvides saludar a los ángeles que te cuidan. Y recuerda, no importa cuán difícil parezca la situación, siempre tienes un amigo en algún lugar, listo para ayudarte. Así es como Gabriel y Santiago se cuidan el uno al otro, dondequiera que estén.

    Gabriel, the Little Angel