
The Space Rockets of Chile
By Leo

09 Jul, 2023

En un pequeño pueblo en las cordilleras de los Andes en Chile, un niño llamado Matías siempre soñaba con el espacio. Cada noche, contemplaba las estrellas con asombro y curiosidad.

Matías vivía en una casa de adobe con su abuela. Ella era una mujer sabia y amorosa, que siempre contaba historias antiguas sobre las estrellas y los planetas.

"Las estrellas son como nosotros, Matías. Nacen, crecen y finalmente mueren. Pero incluso después de su muerte, dejan una huella en el universo", decía la abuela.

Estas historias inspiraban a Matías a conocer más sobre el universo. Así que decidió que quería construir su propio cohete espacial para poder ver las estrellas de cerca.

Empezó a investigar sobre cohetes en la pequeña biblioteca del pueblo. Leía todo lo que podía encontrar, desde libros técnicos hasta relatos de astronautas que habían viajado al espacio.

Matías trabajó durante meses construyendo su cohete. Utilizaba materiales que encontraba en su casa y en la naturaleza. Cada pieza era cuidadosamente ensamblada con precisión.

Finalmente, después de muchos meses de trabajo duro, su cohete estaba listo. Era una pequeña nave espacial de aspecto rústico, pero para Matías era perfecta.

Cuando las personas del pueblo supieron lo que Matías había hecho, muchos se burlaron de él. No creían que un niño de un pequeño pueblo pudiera construir un cohete espacial.

Pero Matías no se dejó desanimar. Sabía que su cohete funcionaría. Decidió lanzarlo en una noche clara, cuando la luna y las estrellas parecían lo más cerca posible.

La noche del lanzamiento llegó. Matías llevó su cohete a la cima de una colina. Preparó el sistema de lanzamiento y se puso un casco de astronauta que había hecho.

El corazón de Matías latía con fuerza mientras presionaba el botón de lanzamiento. Con una explosión y un rugido, el cohete despegó hacia el cielo estrellado.

Matías siguió el ascenso de su cohete con la mirada, mientras las luces de la aldea se desvanecían a lo lejos. El cohete se elevó más y más alto, hasta que finalmente desapareció de su vista.

Aunque no pudo seguir su cohete al espacio, Matías se sintió feliz. Había logrado lo que muchos decían que era imposible. Había construido y lanzado su propio cohete espacial.

De vuelta en su casa, Matías no pudo dormir. Estaba demasiado emocionado. Pasó toda la noche mirando las estrellas, soñando con el día que pudiera viajar al espacio.

A la mañana siguiente, encontró algo increíble en el jardín de su casa. Era una piedra negra y brillante. Matías se dio cuenta de que era un meteorito, una roca del espacio.

Se dio cuenta de que su cohete debía haber chocado con el meteorito en el espacio y lo trajo de vuelta a la Tierra. Esto sólo confirmó su amor por el espacio y su deseo de explorarlo.

Matías continuó estudiando y construyendo cohetes. A pesar de las burlas y las dudas de otras personas, nunca dejó de perseguir su sueño de viajar al espacio.

Con el tiempo, las personas en su pueblo comenzaron a respetar su pasión y su determinación. Algunos incluso comenzaron a ayudarlo, proporcionándole materiales y libros sobre la construcción de cohetes.

Matías creció y se convirtió en un respetado científico y constructor de cohetes. Aunque nunca llegó al espacio, su trabajo inspiró a otros jóvenes en su pueblo y en todo Chile.

El sueño de Matías de alcanzar las estrellas trascendió más allá de su pequeño pueblo en los Andes. Su historia se convirtió en una leyenda, una que inspiró a muchos a soñar, a aprender y a explorar el infinito universo.

Hoy, en ese mismo pueblo, cada vez que un niño mira las estrellas con asombro y curiosidad, se le cuenta la historia de Matías, el niño que construyó un cohete espacial y tocó el cielo.

La historia de Matías es un recordatorio de que los sueños son posibles, de que la determinación, el estudio y el trabajo duro pueden llevarnos a lugares que nunca imaginamos.

Y aunque Matías nunca viajó al espacio, su sueño se hizo realidad de una manera diferente. Inspiró a otros a soñar, a aprender y a no tener miedo de apuntar a las estrellas.

Las historias de su abuela sobre las estrellas y los planetas nunca dejaron de resonar en su mente. Las palabras de su abuela de que incluso después de la muerte, todos dejamos una huella en el universo, se hicieron realidad.

Matías dejó su huella en las estrellas, no con un viaje espacial, sino con su sueño, su pasión y su determinación. Y esa huella sigue brillando en su pueblo, inspirando a generaciones a soñar más allá de las estrellas.