En el laboratorio, el Dr. Carlos estaba trabajando en un suero que prometía aumentar la fuerza física a niveles sobrehumanos.

Después de años de investigación, finalmente creía haber descubierto la fórmula correcta. Sin embargo, aún debía probar su suero.

Decidido a probar su descubrimiento, el Dr. Carlos se inyectó el suero. Inmediatamente, su cuerpo comenzó a cambiar, creciendo en tamaño y fuerza.

Ante los ojos atónitos de su equipo de investigación, el Dr. Carlos se transformó en un gigante de piel roja con músculos bullosos: el Hulk Rojo.

Desconcertado y furioso, Hulk Rojo salió del laboratorio, causando el pánico en la ciudad. Sus movimientos eran destructivos, pero no parecía tener intenciones maliciosas.

Las autoridades intentaron detenerlo, pero Hulk Rojo era demasiado fuerte. Cada vez que intentaban acercarse, su furia parecía aumentar.

A pesar del caos, Hulk Rojo logró mantener su conciencia. Se dio cuenta de que necesitaba controlar su furia para evitar más destrucción.

Concentrándose en sus recuerdos como Dr. Carlos, Hulk Rojo logró calmarse. Su cuerpo empezó a encogerse hasta que volvió a su forma humana.

Regresando al laboratorio, el Dr. Carlos se sintió abrumado por lo que había ocurrido. Sabía que tenía que encontrar una manera de controlar su transformación.

Aunque su experimento había salido mal, el Dr. Carlos no perdió la esperanza. Estaba decidido a encontrar una cura para su condición.

Día y noche, el Dr. Carlos trabajó, probando diferentes versiones del suero. Después de muchos intentos, finalmente creó un antídoto que parecía prometedor.

Con la esperanza de controlar su transformación, el Dr. Carlos se inyectó el antídoto. No sabía si funcionaría, pero estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío para recuperar su vida.